En la participación pública, hay cuatro cuestiones que “no son negociables y que un creyente no puede transar”: “El respeto a la vida desde la concepción, el derecho de los padres a educar a sus hijos, la tendencia al bien común de toda política que se haga y el matrimonio entre varón y mujer”.
“Participar en los asuntos públicos es un derecho humano básico”, de forma “pacífica y constructiva”, para la directora del Movimiento Fundar por Buenos Aires, Inés Franck.
Los católicos son ciudadanos como “todos”. “No somos ciudadanos de segunda por participar de una religión, por creer o por ir a misa. Somos tan ciudadanos como los que se manifiestan, como los que manchan, ensucian y pintan, o tiran piedras y huevos, con la diferencia de que no cometemos esos delitos”.
Los católicos son ciudadanos como “todos”. “No somos ciudadanos de segunda por participar de una religión, por creer o por ir a misa. Somos tan ciudadanos como los que se manifiestan, como los que manchan, ensucian y pintan, o tiran piedras y huevos, con la diferencia de que no cometemos esos delitos”.
“Uno se siente insultado cuando defiende la vida desde la concepción, se siente agredido, se siente descalificado”. Advierte que, en los debates televisivos, descalifican la opinión de una “católica” y la acusan de ser “totalitaria, fundamentalista”. “Hay una enorme descalificación, y una persona que no tenga una personalidad muy fuerte, muchas veces, se siente en inferioridad de condiciones”.
La directora propone “trabajar interiormente” estos problemas “para no descalificar, para no herirse uno demasiado y no responder con la misma moneda”. Este es un paso “muy grande en la virtud y la santidad” de la participación en la vida pública.
“Hay que sacarse un prejuicio. Loscreyentes estamos llamados a la participación, igual que todo ciudadano argentino, y tenemos derecho a que se nos escuche”.
¿Cómo vivir la fe en un mundo plural? ¿Cómo es la fe en la vida política para un católico?, fueron algunos de los interrogantes que propuso debatir el Movimiento Fundar junto a autoridades eclesiásticas y laicos, en las jornadas de debate del 2 y 3 de noviembre, en el Colegio San Pablo del barrio de Recoleta, en sintonía con el Año de la Fe y la celebración de los 50 años de la apertura del Concilio Vaticano II, donde la Iglesia redefinió su relación con el mundo e impulsó la evangelización y la participación de los laicos en la vida pública.
Inés Franck, abogada y licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, considera que es “un deber” para un católico entrar en la escena pública, porque, por más que no afecte directamente una decisión, afecta a personas indefensas “como los niños por nacer”.
La fe “no es un sentimiento ni un acto personal, que tiene que quedar solo adentro”. La fe significa para los cristianos que “estamos convencidos de que lo que Jesús nos viene a proponer en el evangelio es lo mejor para la persona humana. Si es lo mejor para la persona humana, uno siempre quiere compartirlo”.
Por eso, la fe “implica compartir” los principios del evangelio. Esto hace que “uno tenga que plantearse una acción política, no solo en lo institucional, sino también en lo personal”.
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